Acabo de llegar a casa. Siempre hago el mismo ritual cuando llego a casa:
1. Me quito
los zapatos
2. Entro al
dormitorio-comedor cual exhalación a encender la lamparilla de noche.
3. Compruebo
que los cojines sobre la alfombra están en la posición que me gustan. Tengo un
extraño sentido de la armonía. El caso es, si no lo están, los coloco.
4. Voy a
mear
Hoy me he puesto a escribir antes de mear, ¿Por qué? Dos razones
básicas:
1. No
quería que se me olvidase el principio de esta entrada
2. No me
meo, eso es así.
Sin más dilación, os presento mi nuevo hogar, y con él mi
nuevo barrio.
Hay tres distancias básicas que recorren mí día a día en Malta,
marcadas por tres puntos A, B y C. Digamos que es algo así:
Buggiba (A)_________Sliema/St
Julians (B)_________Valletta (C)
Yo solía vivir en el punto B, y si soy estricta con mi
anterior frase se puede decir que vivía a medio camino de mí día a día, lo cual
no termina de tener mucho sentido, la verdad. ¿tú lo entiendes?
La cuestión es que mi nuevo hogar está en el punto A, de
lo que se puede extraer cuatro conclusiones principalmente:
1. Vivo en
el principio de mi recorrido.
2. Amo a
varias personas que viven el punto B, con lo cual puedo decir que el amor me
pilla de paso.
3. Gasto
menos, porque os digo una cosa, mucha gente me pregunta ¿Por qué te vas al
punto A, si en el punto B esta todo? Y
yo digo, que efectivamente en el punto B está todo, si El Todo para ti consiste
en bares, tiendas y demás lugares donde gastarse los cuartos.
4. Los días
se dividen entre dos extremos; los días que no paso ni un segundo por casa y
los días en los que la compañía se reduce a mí misma, mi guitarra y el
incienso. Si si, a modo hippie flipada que cree que puede lidiar con la soledad
componiendo canciones.
Mi nuevo barrio es ese tipo de barrio donde la mayor
parte del turismo desaparece en invierno, y el tipo de gente que puedes
encontrar se resume en:
1. Los
típicos matrimonios de ingleses jubilados que se compran una casa y se retiran
del mundo para venir a Malta, porque no sé si recordáis que Malta no forma
parte del mundo.
2. Los
turistas que viene como marabuntas con los viajes preparados a bajo coste,
donde no les da ni para una orquesta decente. Todas las jodidas noches tengo la
orquesta del Hotel San Paul en la oreja, y le diría a yo a los cantantes: Pero ¿por
qué os empeñáis en cantar boleros que están a 8 tonos por encima de vuestras
posibilidades? si eso no suena bien.
Pero bueno, la cuestión es me encanta. Justo en este momento está
sonando “la otra tarde vi llover, vi gente correr, y no estabas tuuuu….” Y me
los imagino bailando pegadicos, al compás de esta extraña decadencia con la que
empiezan los otoños en los sitios de mar.
3. Cuatro
inmigrantes como yo, que se van a reducir gastos y ruidos a la otra parte de la isla. Bueno, y
con la idea de proyectar en los demás una imagen de independencia y vida interior
que no te la crees ni tú.
4. Los
vecinos y vecinas de toda la vida, que hablan Maltés a gritos y le ponen el
precio que le da la gana a los productos de sus tiendas, pero sin orden ni
concierto, ni análisis del mercado, ni pollas. Además, que ni se te ocurra
entrar a una tienda donde no hay nadie y esperar que te atiendan antes de
hablar por teléfono con la familia, discutir con el mecánico porque le ha
arreglado mal el coche o viendo un partido de futbol en la mini tele colgada
del techo. Es una batalla perdida.
Me encanta vivir aquí. Tengo el
apartamento más bonito del mundo, aunque mi vecino de arriba de vez en cuando
me pone el dolby sorround para ver pelis de acción…una delicia….
(Solicito
un break para bajar a decirle algo a los del hotel porque la que está cayéndome
ahora no tiene nombre, virgen y virgen)
¿Sabéis algo que me encanta de
vivir en este 4º piso? Cuando sales al balcón puedes ver el mar a tu izquierda,
y a las 9 de la mañana el sol aparece tras el edificio de enfrente. Todas las mañanas desayuno observando esta
salida falsa del sol tras las fachadas. Y si os digo la verdad me gusta más
mirar al frente que hacia el mar, porque quien me conozca sabe que a mí lo que
más me gusta del mundo (y no te rías Ana) es contemplar a la gente, y si miras
de frente te encuentras a toda la fauna de San Paul. Mis preferidos son:
1-
La vecina del 3º del bloque de al lado.
Se sienta en una silla mirando al mar, y en otra pone los pies, y se viste con
esas típicas batas de verano decoradas con flores horteras, pero oye que
cómodas. Nunca dice nada, solo fuma, bebe café y tose. A esa la pillas sobre las 8:30, será que
trabaja la muchacha.
2-
El señor del 2º en el piso de en frente.
Tiene dos canarios, un perro y un gato. Mujer u hombre no se le conoce. Todas
las mañanas sobre las 9, le abre la puerta al perro; que os partiríais el culo
de ver a ese perro que puede estar más de 20 minutos totalmente inmóvil con los
morros apoyados en la puerta de madera que separa el balcón del interior, cuelga
las jaulas de los dos canarios y les da de
comer a al perro y al gato. Y si tienes
suerte (y aquí ya es cuando compras palomitas) le da por hacer algo de
bricomania para lo que llama a varios vecinos como asesores. Quiero decir, que
puede haber en ese balcón 4 señores montando un soporte para un tiesto.
3-
La pareja del 1º de en frente, pero al
lado del de enfrente (lo entendéis, ¿no?). Los dos salen con su taza y su
periódico al mismo balcón, pero nunca coinciden. Me pregunto si se chocan las
manos cuando se cruzan por el pasillo.
Lo sé, no tiene
nada de especial, pero me gusta verlo y comprobar que siempre es igual. Que
todas las vidas están llenas de rutinas, que la vida de hecho es prácticamente una
rutina. Pero mola, joder, mola! Te hace sentir segura, te hace ponerte a pensar
en el presente y disfrutar de las cosas pequeñas, porque supongo que en
realidad no hay nada más.
A ver, llevo ya
un rato narrando. Acabo de decidir que esta entrada va a ser el principio de
una trilogía, porque son muchas cosas las que tengo que contar de mi nuevo
barrio y ahora ya no tengo más ganas de escribir. Por tres razones fundamentalmente:
1.
Ya me he cansao
2.
Va a ser muy rollo de leer
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